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LA LARGA HISTORIA DEL HELADO EN PILDORAS – 1ª parte

15 junio 2010 Comentarios desactivados

A pesar de ser nuestro maravilloso oficio heladero tan íntimamente dependiente de las modernas maquinarias para la producción del frio artificial, el helado , de una forma u otra, tiene orígenes muy pero muy antiguas.

Es mi opinión que cualquier heladero artesano debería conocer, por lo menos a grandes rasgos, la larga aventura del helado y los esfuerzos y la creatividad que nuestros ancestros tuvieron que desarrollar para conseguir y mantener ese producto de lo más  frágil y delicado.

Finalmente, yo diría que nosotros heladeros deberíamos dar las gracias en todo momento a los valientes que se dedicaron a esa arte en el pasado, llevándola hasta el día de hoy: la empresa, como veremos, no tiene que haber sido nada fácil, considerando la absoluta falta de las muchas  ayudas tecnológicas que hoy en día todos nosotros utilizamos inevitablemente.

Podemos distinguir genéricamente 3 grandes periodos de la historia del helado :

1 ) : el helado en la antigüedad;

2 ) : la edad media y el Renacimiento del helado;

3 ) el helado moderno.

EL HELADO EN LA ANTIGÜEDAD

¿ Quién fue el primer hombre que comió un helado ?

¿Quién sabe ? Pero me gusta creer que fuese el hombre primitivo el primero que debió de llevar a su boca por primera vez un alimento congelado: la nieve.

Efectivamente, si lo pensamos bien, el instinto de llevarse unos copos de nieve a la boca parece ser algo irresistible y primordial, sobre todo cuando se observa la cándida nieve por primera vez.

Comer algo “ helado “ entonces, tiene que haber sido un evento perdido en la noche de los tiempos.

Muy antiguo también resulta el primer documento escrito – la Biblia – a donde Isaac ofrece a Abramo una copa de leche de cabra mezclado con nieve.

Efectivamente, hasta las más antiguas civilizaciones, tuvieron que descubrir muy pronto  que el frio natural podía ser utilizado para conservar los alimentos , al mismo tiempo que para refrescarse de la calura.

Los Egipcios, por ejemplo, en el lejano año 2500 A.C. ya solían refrescar el vino puesto en ánforas a través del uso de grandes abanicos.

Evidentemente, el hombre ya conocía, aunque solo empíricamente, la importante ley de la termodinámica que declara lo siguiente:  el calor es una fuente de energía, que se desplaza desde un cuerpo más caliente a uno menos cálido, por lo cual , si se “ fuerza “ de alguna manera aire más fresco sobre un cuerpo cálido – el vino, el agua, etc.- ese cuerpo – vino, agua, etc – pierde calor…o sea: se enfría.

Una costumbre veraniega, también muy antigua,en las tierras del oriente mediterráneo, fue la de donar a los campesínos unos trozos de refrescante nieve.

El Rey Salomón, alrededor del año 900 A.C., resulta haber sido un gran consumidor de nieve.

Queda históricamente comprobado que el pacifico pueblo Fenicio desarrolló su ingenioso sistema de conservación de la nieve en frescos lugares subterráneos y no dudo que, siendo valientes comerciantes, contribuyeron a difundir la costumbre de comer “ helado “ , por lo menos en todas sus numerosas colonias del mediterráneo.

¿ Y cuando no había nieve ?

Pues, se conseguía hielo poniendo el agua en subterráneos frios a donde, por física, helaba.

Yo siempre lo digo : madre naturaleza lo tiene todo: solo le toca al hombre, con humildad, descubrir y aplicar sus leyes.

Naturalmente se empezó a añadir a esa nieve o hielo, zumos de fruta o vino y miel- que fué indudablemente el primer dulcificante de la historia – para disfrutar mejor del refresco saboreando ese “ helado “, que más bien se parecía a un granizado actual.

Pero hay que decir que, entre los pueblos antiguos, los Romanos  resultaron sin duda alguna los más fanáticos de esas mezclas de nieve “ aderezada “ al gusto.

Se cuenta que a Julio Cesar y a Antonio, de visita en Egipto, la mitica Cleopatra les brindó unas copas de plata separada en 2 partes: una parte estaba repleta de nieve, la otra de zumos de fruta: esa era por supuesto una costumbre reservada a los huéspedes de excelencia :

¿Quien se podía resistir a tanta fascinación y lujo ?

A Roma el uso de la nieve se difundió capilarmente : llegaba desde el monte Terminillo y hasta desde los volcanes Vesuvio y Etna por medios navales y durante muchos siglos esa fresca costumbre generó un rico negocio , sea para las populares Termas Romanas – Frigidarium – diseminadas en el territorio del Imperio, sea para el placer de los paladares selectos.

El Imperator Nero fue un autentico  glotón de nieve.

Inevitablemente , los Romanos acabaron enganchándose para siempre a las

“ granitas “ , hoy llamada en Roma col nombre de “ grattachecca “ -pronuncia = grattakekka – :  una mezcla de nieve  con zumos y endulzada con miel.

Al día de hoy, los Romanos ,  e yo primera,  por lo menos cuando aún vivía en mi ciudad, acudimos a los pocos vendedores de grattachecca que aún quedan en Roma  y este rito se repite desde más de 2000 años, con las únicas diferencias  que ahora  se usan en substitución del miel unos jarabes maravillosos y en substitución de la nieve el hielo rascado – grattato – a través de un cucharon de acero.

Los sabores clásicos son : amarena, menta, orzata, tamarindo , limón, cedrata.

Casi siempre se piden 2 sabores a la vez, que se vierten encima del hielo así picado –  que de hecho parece nieve  – puesto en un vaso y se comen con una cucharita, dejando que se  deshaga lentamente en la boca la dulce mezcla.

Estoy convencida de que la grattachecca seguirá existiendo  hasta que quede solo un Romano en el mundo.

Mis sabores favoritos de toda la vida : tamarindo y cedrata.

En el próximo artículo, nos dedicaremos a relatar la historia del helado durante la Edad Media y el Renacimiento.

VIDEO – ENTREVISTA a COM RÁDIO 1ª PARTE

12 junio 2010 Comentarios desactivados

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